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BIOMASA

En todos estos procesos hay que analizar algunas características a la hora de enjuiciar si el combustible obtenido puede considerarse una fuente renovable de energía:

Astillas de alto valor

Los dos tipos de astillas que se obtienen según el tamaño son la G30 -destinada a calderas de hasta 150kw- y la G50, para las de potencia superior. Estas astillas se generan a partir de la transformación de madera en rollo adquirida en aprovechamientos de la zona, procedente de claras y podas realizadas por la propia Administración. En ambos casos se trata, según los responsables, de una astilla de alto valor, muy homogénea y elaborada a partir de madera de pino (la especie más común en la zona) y con un bajo contenido en humedad -entre un 12% y un 20%-. La estandarización del uso de esta biomasa autóctona como combustible es otra de las partes fundamentales para que el proyecto sea rentable y cumpla las expectativas creadas hasta el momento. En este sentido, los responsables han explicado que el uso de las astillas frente al gas propano y el gasoil permite un ahorro de entre un 63% y un 64% respectivamente. De hecho, los cálculos realizados sobre el consumo anual de una persona que gaste una tonelada de astilla para obtener calor y agua caliente sanitaria sitúan el gasto en unos 400 euros, muy por debajo de los 1.200 euros que le costaría si lo hiciera utilizando gas o gasoil.